domingo, 30 de marzo de 2008

Otra vez llega el amor.

El regreso

Otra vez el placer toca a mi puerta, abrí encantado, ya habia perdido la cuenta del tiempo desde que a mi reloj se le acabo la arena, pensé haberla perdido, teniéndola tan cerca la tenía a siete mares de mi boca, silencio había en mi cuerpo, ¡pero regreso!. Viento en las alas de mi alcoba, desfloro su cuerpo sobre mi cama y luego de reconocer nuestros versos apagué la luz para encender mis ganas, me temblaba el aliento, recosté la mirada sobre el cielo para escuchar los suspiros de mis temores.
-¿Qué cuentas de nuevo?- preguntó.
-Nada- respondí, luego confesé- "Te olvidaste de mi cumpleaños".
- ¡Cómo tan resentido! -respondió.
- No importa-le dije.
Pidió que me volteara hacia ella, yo dudé por un instante, pero su imán carnal me atrajo como al fuego, prometo que su voz era tierna, complaciente, miel de sílabas en mi cuento...me abrazó y besó tan fuerte.
"Dime algo lindo"-pidió- no recuerdo qué le dije, pero enlacé media docena de besos en la fragua de su vientre. La oscuridad se enroscaba en las sábanas, en mis temores de perderla cuando acabe, en la senda de nuestra sed del pecado eterno.
Luego de la más hermosa de las batallas nos encontro el epílogo de su conciencia
-"Ya no más, más no puedo suplico"-con una estrella aún prisionera en un beso, yo quería seguir escarbando en su templo, pero acepté su petición, tendiéndome a su lado, con mi mano derecha sobre una de sus mejillas, acariciando sus suspiros aún ahogados por el deceso.
Minuciosamente reciclo cada uno de los fragmentos de las caricias esparcidas por la cama,
-¿Por qué tardaste tanto?-pregunté.
-No preguntes, tardo pero siempre regreso, tú lo sabes.
Sí, es cierto, y con ella el desenfreno de su cuerpo, el dulzor de sus pechos de vida, esos bombines lechosos que mi gusto casi habían olvidado.
Como siempre se fue callada, como si no hubieran existido turbulencias en la sangre, pensando en nada, ¿tal vez es fría? ¡No! no lo es, no podría serlo una margarita agitada, es cauta, aunque en sus labios lleva veneno de hadas.
Quedé solo, con sus recuerdos volando en el piso, regresando a la realidad de mi carne, entre las frazadas aún humiantes, sin más nada que el silvido del silencio que se colaba en mis oidos, pero feliz, feliz de haberla tenido, aunque desconozco su retorno, ya volverá, y pasará sobre mis labios la intranquilidad de sus besos furtivos, ella sabe que la espero, aunque se añejen en mis ojos sus ardores, como copa olvidada que contiene vino.

Autor: Victor Rocco

domingo, 9 de marzo de 2008

Enboscada

Encontré a su boca entíbiando los adoquines de mis pensamientos, vi como la bruma enfilaba entre las llagas que dejaron sus besos jadeantes, escuché un grito, era un ángel que gemía en el piso, ¡pobre querubin! habia sido expulsado del cielo por conocer los pecados terrestres y ahora ya no tenía nada, ni cielo ni boca, ni alas ni espada, solo una pesada roca que colgaba desde sus lágrimas, lágrimas de ángel perdido, él no sabía que era tan solo uno más de todos los heridos que deja a su paso la dama de hielo ardiente, aquella serpiente que entrega su propio fruto para luego salir corriendo de colcones con olor a muerte, aquella bípeda traicionera que vende al mejor postor sus juegos de celestina, no le importa a quien traiciona, mata o asecina, ¡son tan solo hombres! ilusos muñecos de la idolatria que creen seducir a cuantas elfas se le cruzan por delante, como heroína triunfante se desayuna con los residuos de aquellos pobres inexpertos.
Las víseras de sus besos yacen espandidas por el piso, esperando que el sol los endulce para trasformarlos en copos de nieve, pero ellos están abatidos, sumidos entre sus poemitas de bolsillo, es ahí en donde encuentran su alivio, inocentes pececillos, luego se dicen hombres, pero es tan solo porque usan calzoncillos.
Al ángel lo entierran las hadas, jajajjaja, me burlo mirandolo a la cara, el frivolo a perdido, yo destaparé una botella de vino y brindaré con mi aliada,sé es ella, aquella maldita desvergonzada, hemos ganado la partida, ¡salud! excelente jugada.
autor : Victor Rocco